Lo admito: adoro los peluches
Bishan, atónito, me gritó como si hubiera olvidado a nuestro hijo. Corrimos de vuelta al templo mientras él murmuraba de manera sombría que era imposible encontrar a Nozy en un complejo tan grande y lleno de niños en edad escolar. Volvimos a comprar las entradas, entramos sin aliento y allí estaba, metido entre dos leones…