Una apuesta que no pudo resistir
Mi madre me dijo: “¿Por qué no comes?”, y su acento de Yonkers resonó en el silencioso restaurante chino. Una peluquera italoamericana de 77 años que creía que casi todos los problemas podían resolverse con un montón de espaguetis y albóndigas, vio mi falta de apetito como una señal de alerta. “Estoy bien”, le dije.…