En 1988, Oprah Winfrey arrastró un carrito rojo lleno de grasa por el escenario de su programa de televisión para representar los 30 kilos que dijo haber perdido con una dieta líquida. Solo unos años después, renunció a las dietas, pero, en las décadas siguientes, su peso fluctuante y el sesgo que ha experimentado debido a ello han seguido siendo temas frecuentes de discusión tanto para Winfrey como para los medios.
Ahora, Winfrey, de 69 años, se ha unido de nuevo a la conversación en torno a la dieta. El miércoles reveló que había comenzado a tomar un medicamento para controlar su peso. Su anuncio llega cuando ha aumentado la demanda por nuevos medicamentos como Ozempic, Wegovy y Zepbound, que pueden ayudar a las personas a perder peso, en parte, al suprimir el apetito.
“El hecho de que haya una receta aprobada médicamente para controlar el peso y mantenerse más saludable, en mi época, se siente como un alivio, como redención, como un regalo, y no algo detrás de lo cual esconderse y ser ridiculizada de nuevo”, le dijo a People Magazine. Winfrey comentó que había decidido empezar a tomar un medicamento para adelgazar después de ser la anfitriona de una mesa redonda que, afirmó, la había desengañado del mito de que el peso solo depende del autocontrol de una persona.
“Me di cuenta de que me había estado culpando todos estos años por tener sobrepeso, y tengo una predisposición que ninguna cantidad de fuerza de voluntad va a controlar”, dijo Winfrey, quien no nombró el medicamento que estaba tomando. Un representante de Winfrey no respondió a una solicitud de comentarios.
En el último año, Ozempic y medicamentos similares han transformado la sabiduría popular sobre la fuerza de voluntad, el peso y el estigma. Quizás nadie encarne mejor que Winfrey el debate cultural en torno a estos temas.
“Podemos ver a Oprah como una cristalización de una lucha más amplia que muchos de nosotros tenemos con nuestros cuerpos, subiendo y bajando de peso, cuando en realidad nuestros cuerpos simplemente están más cómodos con un peso más alto de lo que se considera socialmente aceptable”, dijo Kate Manne, profesora asociada de filosofía en la Universidad de Cornell y autora de un libro de próxima aparición sobre el prejuicio contra la gordura.
Esa tensión pone de relieve lo complejo que es tratar la obesidad, dijo Melanie Jay, directora del Programa Integral sobre Obesidad de NYU Langone, quien participó junto a Winfrey en la reciente mesa redonda.
“Nadie en el mundo ha demostrado estar más motivado para perder peso, tener los recursos para hacerlo y, sin embargo, haber perdido y ganado peso de forma muy pública, y realmente le ha costado mucho toda su vida”, dijo Jay. “Lo que realmente demuestra que la obesidad es una enfermedad que debe controlarse y que la vergüenza que la rodea no es útil”.
Las declaraciones públicas de Winfrey sobre la pérdida de peso han reflejado las conversaciones en el país sobre la cultura de la dieta, el movimiento de la positividad corporal que surgió en respuesta y, ahora, la aceptación tentativa de la sociedad a los medicamentos para bajar de peso, dijo Adrienne Bitar, profesora de estudios estadounidenses en la Universidad de Cornell y autora de Diet and the Disease of Civilization.
“Su periplo relacionado con la pérdida de peso va en paralelo con todas las experiencias de dieta de Estados Unidos”, dijo Bitar.
Ahora, Winfrey se ha unido a las muchas personas que recurren a una nueva clase de medicamentos utilizados para el control del peso. A medida que estos medicamentos se han vuelto más populares, la industria de la dieta en general se ha orientado hacia ellos. En particular WW International, la empresa conocida anteriormente como Weight Watchers —que durante décadas proclamó que controlar estrictamente la dieta podría llevar a la pérdida de peso— anunció esta primavera que había adquirido Sequence, una plataforma de telesalud que ofrece acceso a medicamentos como Ozempic. Winfrey ha invertido en la empresa y es integrante de su junta directiva.
Al hacer su anuncio, Winfrey dijo que tomaba el medicamento como una “herramienta de mantenimiento”. Generalmente, las personas que comienzan a tomar este tipo de fármacos pierden peso alrededor de los primeros 18 meses y luego se estancan; si las personas dejan de tomar un medicamento para bajar de peso, tienden a recuperar los kilos. Winfrey afirmó que su médico le había recetado el medicamento y que formaba parte de un régimen de salud más amplio que incluía senderismo e hidratación.
Bitar sugirió que Winfrey, una experta en medios, probablemente había hecho el anuncio como una manera de perfilar su propio relato en lugar de dejar espacio para más especulaciones sobre sus métodos de pérdida de peso. Winfrey no había revelado anteriormente si había probado los medicamentos.
Al igual que muchas otras mujeres en la industria, Winfrey ha sido sometida a lo largo de su carrera a una “cobertura burda y cruel de sus dificultades con el peso y su salud”, dijo Bitar. En una entrevista en 1985 en The Tonight Show, Joan Rivers la regañó por subir de peso, y le dijo a Winfrey: “No deberías permitir que eso te suceda; eres muy bonita”.
Esa crítica tuvo un costo emocional, dijo Winfrey a People. “Burlarse de mí fue un deporte público durante 25 años”.
Incluso ahora, cuando los expertos aseguran que nunca ha sido más claro que perder peso no es tan simple como “calorías ingeridas, calorías gastadas”, algunos demonizan los medicamentos como una salida fácil. “Existe la sensación de que de algún modo serías más virtuoso al perder peso a la antigua, a través de la fuerza de voluntad y la dieta y el ejercicio y el autocontrol”, dijo Manne.
Winfrey le dijo a People que luchó con la decisión de tomar los medicamentos, pero finalmente se decidió. “Estoy absolutamente harta de ser avergonzada por otras personas y, especialmente, por mí misma”, dijo.
Dani Blum es reportera de Well. Más de Dani Blum
Callie Holtermann escribe sobre estilo y cultura pop para el Times. Más de Callie Holtermann