Detrás de la puerta cerrada de mi armario se esconde un mundo de posibilidades. Denme unas horas para limpiarlo, y quizá finalmente me convierta en una persona que tiene un guardarropa con prendas elegantes y coordinadas en tonos neutros, en vez de alguien con cuatro distintos cuellos de tortuga negros que odio por cuatro razones distintas.
Sé que puede ser realmente útil deshacerse de cosas. Tener mejores y menos opciones hace que vestirse sea más fácil, y poder ver lo que ya posees significa que es menos probable que compres de más. La investigación también sugiere que los espacios que habitamos despejados pueden disminuir el estrés.
Y, sin embargo, hay zapatos que amo a pesar del dolor que me causan, ropa de oficina que he mantenido a pesar de que he trabajado desde casa durante cuatro años, y un vestido caro y poco práctico que solo puedo suponer que compré mientras estaba en algún tipo de trance hipnótico.
Limpiar tu armario puede ser una experiencia emocionalmente intensa, dijo KC Davis, una terapeuta licenciada y autora de Cómo cuidar tu casa cuando la vida te ahoga. Una persona que creció con escasez podría sentir ansiedad por deshacerse de algo en caso de que lo necesite más adelante. Alguien cuyo cuerpo ha cambiado puede resultarle difícil deshacerse de tallas que quizás nunca vuelva a usar. Pero independientemente de la culpa o la presión que sientas sobre una prenda, dijo, “no hay razón para almacenarla en tu armario si realmente no la estás usando”.
Le pregunté a Davis, junto con otros organizadores profesionales y estilistas, cómo superar los sentimientos abrumadores y hacer que el proceso de limpieza sea más gratificante.