Se ha convertido en una escena habitual. Tu teléfono suena, pero en lugar de un mensaje de texto, es un aviso de que alguien ha grabado un pódcast privado solo para ti, de cualquier extensión imaginable y de tema desconocido hasta que pulses play. Puede ser un chisme jugoso, una anécdota repleta de giros y sorpresas, o un relato totalmente rutinario de alguien que simplemente no tenía las manos libres para escribirlo.
Es un mensaje de audio, una de las formas más controvertidas de comunicación moderna.
Más íntimos que un mensaje de texto y menos urgentes que una llamada, los mensajes de audio no tienen un límite máximo de tiempo, a diferencia de otros servicios de mensajería de voz, que acaban cortando la comunicación al remitente. Eso significa que los remitentes pueden pulsar grabar y embarcarse en un viaje verbal desinhibido, que deja a los destinatarios a su merced.
“Si tengo que escuchar más de un minuto, me distraigo y dejo de entenderlo”, dijo Iris Meines, una funcionaria de 29 años del consulado holandés en Nueva York. “Si dura menos de un minuto, me digo: ‘Está bien, puedo hacerlo’. Seis o siete es simplemente terrible. Ni siquiera sé si podría escuchar siete minutos a un amigo que habla por teléfono sin parar”.
Meines dijo que suele tomar notas mientras reproduce el audio, para no olvidar los puntos a los que debe responder. (Apple añadió una función de transcripción de mensajes de audio con una actualización de su sistema operativo en otoño).
“Mis amigos saben que no me gustan”, dijo Meines. “Les pregunto: ¿por qué me hacen esto?”. Le resulta especialmente irritante oír a la gente que mastica mientras graba.