Desde el principio del proceso de planeación, Kristina Trejo estaba segura sobre el tipo de entretenimiento que deseaba en su boda. Como mexicoestadounidense de primera generación nacida en Culver City, California, pensó en que ciertos detalles debían rendir homenaje a su herencia cultural, incluyendo (y quizás en especial) la música.
“El mariachi era, para mí, una manera de honrar, desde lo más profundo de mi ser, quién soy”, dijo Trejo, de 29 años, una planeadora de eventos y fundadora de Viva Planning and Event Design. “Estoy muy orgullosa del origen de mis padres”.
Cuando les dijo a sus padres que tenía la intención de contratar un mariachi para su boda en South Coast Winery Resort and Spa en Temecula, California, el 23 de junio, con Anthony Salguero, de 28 años, un gerente de proyecto en la firma de administración de construcción Bernards; ambos tuvieron reacciones “muy emocionales”.
“Mi mamá no pudo tener la típica boda con vestido blanco, así que el poder experimentarlo a través de su primogénita fue muy especial”, dijo Trejo. “En realidad, mi papá quería que ese fuera su regalo, así que él pagó el mariachi para ese día”.
Leslie Tate ni siquiera estaba segura de querer una boda. Ella y Sean Tate, en ese entonces su prometido, consideraron fugarse y tener unas nupcias informales. Sin embargo, cuando decidieron, después de todo, que sí planearían una boda, el mariachi fue uno de los requisitos de la novia para que pudiera incorporar su cultura mexicana en el festejo.