Presta atención a los temas que animan y despiertan el interés de las personas que están en tu lista de regalos. Observa las cosas que tienen en su casa y oficina, lo que visten, los colores que prefieren, lo que capturan en fotos y lo que les gusta comer y beber. Por ejemplo, si les gustan los cocteles exóticos, quizá les divierta tener agitadores de bebidas con luz LED o recibir una clase privada de mixología.
Identifica no solo lo que alegra y vigoriza a las personas, sino también lo que las aqueja o agravia, y piensa en regalos que puedan aliviar esa carga. Si se quejan de que nunca tienen suficiente tiempo libre, descarta los regalos que requieran mucho tiempo como los rompecabezas o libros de 1000 páginas. En cambio, piensa en cosas que ahorren tiempo, como una aspiradora robótica o contratar a alguien que repare las cosas que la persona no ha podido arreglar en su casa.
Los regalos sentimentales son por mucho los más significativos. Basta con preguntarle a la mujer de 53 años que se conmovió hasta las lágrimas al recibir una bicicleta morada con un enorme moño de su prometido, quien comprendía que la pobreza que ella vivió durante su niñez la había privado de este tipo de placeres divertidos.
Dar un regalo, sobre todo uno que conlleva un mensaje, puede ser una experiencia vulnerable. “Es por eso que a algunas personas les estresa dar regalos, pues sienten que estarán demasiado expuestas al expresar sus emociones y que no lo harán bien”, explicó Buchele. A la gente también le cuesta aceptar regalos, sobre todo si tienen un estilo de apego evitativo o temor a la intimidad. Puede que en un nivel inconsciente resientan que los conozcan tanto, o se sientan indignos o incluso celosos por no haber sido igual de atentos.
La reacción de los receptores de regalos dependerá de la confianza que tengan en sí mismos y en su relación con la persona que les dio el obsequio, según David Goldberg, psicoanalista en Birmingham, Alabama, quien, al igual que Buchele, se encuentra con muchos casos de ansiedad relacionada con los regalos en esta época del año. Agregó: “Un regalo considerado y generoso puede despertar toda clase de miedos, anhelos y deseos conscientes e inconscientes. ¿Qué significa aceptarlo? ¿Ahora le debo algo a esta persona? ¿Qué significa esto para mí en adelante? ¿Debo ser recíproco? Si lo soy, ¿eso significa llevarlo al siguiente nivel?”. Con justa razón, hay quienes optan por ser cautelosos con sus regalos y solo compran algo genérico como una vela aromática o una tarjeta de regalo, en lugar de correr el riesgo de obsequiar algo muy personal y equivocarse.
Si no sabes qué comprarle a alguien, siempre puedes preguntarle. Una pareja usa un documento compartido de Google para llevar un registro de las cosas que quieren recibir del otro; así, la esposa supo que su esposo no estaría decepcionado cuando eligió la sofisticada máquina de café expreso que él había anotado en la lista. Aunque esto plantea la interrogante de si cumplir una petición es más un acto de servicio que un regalo. “Yo diría que cualquiera que diga que el elemento sorpresa no es necesario al momento de dar un regalo tal vez tiene un lenguaje distinto del amor”, opinó LeeAnn Renninger, psicóloga social y coautora del libro Surprise: Embrace the Unpredictable and Engineer the Unexpected. Si las sorpresas son importantes para la persona que recibe el regalo, trata de pedirle una guía más general, en vez de sugerencias específicas.
Quizá la mejor estrategia para dar regalos es realizar tu propia encuesta no muy científica. Pregúntales a tus parientes y amigos sobre los mejores y los peores regalos que han recibido. Así no solo descubrirás qué tipo de regalos de verdad los conmovieron o hirieron; si los escuchas en serio, también comprenderás mejor sus valores fundamentales, lenguajes del amor y estilos de apego. Estas conversaciones pueden ayudar a profundizar tus relaciones, lo cual es un regalo en sí mismo.
Kate Murphy es la autora de You’re Not Listening: What You’re Missing and Why It Matters.