El cambio en las políticas ha incentivado a los inversionistas, un giro inspirado en parte en la rapidez con la que la nación aceptó la marihuana recreativa y en el hartazgo del público por la eterna guerra de Estados Unidos contra las drogas. El año pasado, Oregón se convirtió en el primer estado en legalizar el uso terapéutico de la psilocibina. Denver, Oakland, California, y Washington D. C. han despenalizado esa sustancia y varios estados, entre ellos California, están considerando una legislación similar. Aunque las drogas siguen siendo ilegales conforme a la ley federal, hasta la fecha el Departamento de Justicia ha tenido un enfoque no intervencionista en la aplicación de la ley, con una estrategia similar a la que se ha implementado con la marihuana recreativa.
Incluso algunos republicanos, un grupo que tradicionalmente se ha opuesto a la liberación de las leyes relacionadas con las drogas, están empezando a convencerse. El mes pasado, tras citar las altas tasas de suicidios entre los veteranos de guerra, el exgobernador de Texas Rick Perry les pidió a los legisladores de su estado que apoyaran un proyecto de ley respaldado por los demócratas para realizar un estudio de la psilocibina en pacientes con TEPT.
“Hemos tenido 50 años de propaganda política en torno a estas sustancias y, gracias a la investigación y a un movimiento comunitario, esa narrativa está cambiando”, opinó Kevin Matthews, un defensor de la psilocibina que lideró una exitosa propuesta de votación en Denver.
Décadas en el desierto
Mucho antes de que Nancy Reagan le advirtiera a la nación que le dijera no a las drogas y que el presidente Richard Nixon supuestamente declarara a Timothy Leary como “el hombre más peligroso de Estados Unidos”, investigadores como William A. Richards estaban usando las drogas psicodélicas para ayudar a los alcohólicos a dejar la bebida y a pacientes con cáncer a hacerle frente a la ansiedad relacionada con la muerte.
Las drogas eran legales y Richards, quien en ese entonces era un psicólogo del Centro de Investigación Psiquiátrica de Maryland, era uno de los varios científicos que estudiaban la capacidad terapéutica de los enteógenos, el tipo de sustancias psicoactivas que los humanos han usado durante milenios. Incluso años después, según Richards y otros investigadores, muchos de los primeros voluntarios consideraron las sesiones psicodélicas como las experiencias más importantes y significativas de sus vidas.
Sin embargo, en la década de 1960, cuando las drogas salieron de los laboratorios y el movimiento de contracultura las recibió con los brazos abiertos, la élite política tradicional del país reaccionó con alarma. Para cuando la Administración de Control de Drogas emitió su prohibición de emergencia en contra del MDMA en 1985, el financiamiento para la investigación de las drogas psicodélicas en esencia había desaparecido.
“Estábamos aprendiendo mucho y luego todo se acabó”, comentó Richards, de 80 años, quien ahora trabaja como investigador de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.