Adiós, hombre de mis fantasías

También viajó conmigo, pálido y callado, y pulsando repetidamente el botón de llamada para preguntar cuánto durarían las turbulencias. Probó Xanax y Ambien. Nada funcionó, pero juró que su ansiedad por el vuelo no interferiría en futuras aventuras. Estaba enamorada y feliz, pero las dudas se mantenían a fuego lento. Todavía fantaseaba de vez en…

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