Mi fetiche por una segunda piel

De joven, como coreanoestadounidense en una ciudad resplandecientemente blanca al pie de las Montañas Rocosas, a menudo quería salir de mi propia piel. “No, pero ¿dónde naciste?”, me preguntaban mis compañeros. “¿De dónde eres originalmente?”. “Idaho”, insistía con los dientes apretados. En momentos así, quería una segunda piel que pudiera cambiar por la mía. Al…